De forma general se comentan las innumerables consecuencias negativas que tiene el bullying en los menores que lo sufren. Dichas consecuencias se pueden clasificar en: físicas, emocionales y sociales siendo totalmente interdependientes y siendo cada vez más grave si no se interviene de forma precoz.
No obstante, en este artículo queremos enfocarnos en las consecuencias emocionales que atentan directamente en la salud psicológica del menor generando heridas en su autoestima mucho más difíciles de sanar que las heridas físicas.
Cuando escuchamos o leemos en los medios que un menor se ha suicidado, en muchas ocasiones debemos plantearnos todo el proceso de deterioro psicológico que sufre, provocando múltiples consecuencias emocionales y cuya única salida percibida es el suicidio.
Cada menor va a desarrollar diferentes consecuencias emocionales pero entre las más comunes se encuentran: ataques de ansiedad, ataques de rabia, sentimientos de culpabilidad, ideas suicidas, sentimientos de indefensión aprendida alimentados por la impotencia y la frustración, síndrome de estrés postraumático generando posibles trastornos fóbicos, alteraciones en su personalidad y en su conducta como la intromisión, introversión, timidez. aislamiento social y soledad…todas estas consecuencias emocionales afectan a un elemento fundamental de toda persona y que en el menor está en pleno desarrollo: su autoestima.