La crisis en la etapa infantil y las dudas de los padres.
El desarrollo evolutivo de cada persona lo conforman un conjunto de etapas que conllevan una serie de cambios en diferentes niveles: físico, psicológico e intelectual. Por tanto, es totalmente natural que todos/as los niños y niñas pasen por diferentes crisis produciendo diferentes cambios en sus conductas y generando todo tipo de dudas en los padres respecto a su afrontamiento.
El objetivo de este artículo es ofrecer la información necesaria para entender las diferentes crisis que se pueden presentar en las diferentes etapas madurativas y así obtener pautas para una adecuada gestión.
Etapas evolutivas
1.De 0 a 18 meses: nuestro bebe necesita de sus progenitores de una manera intensa y dependiente.
2.Al año y medio El niño y la niña ganan en autonomía, comienzan a moverse y se produce una primera crisis ya que comienza la necesidad de exploración acompañada de la atención constante de sus padres
3.A los 3 años: Se inicia una etapa de grandes cambios tanto intelectuales como físicos y la niña o niño cambia de comportamiento y pasa por una fase de “rebeldía” y rabietas.
4.De los 6 a los 10: Es un periodo tranquilo ya que suele ser la etapa más llevadera en la educación de los niños y niñas.
Las siguientes etapas pertenecen a la temida pre-adolescencia y adolescencia donde se inician los cambios físicos y psicológicos más notorios producidos por las hormonas.
Pautas para facilitar una gestión adecuada de las crisis
A continuación ofrecemos 5 pautas sencillas y generales para poder afrontar las crisis en la etapa infantil.
- Entender y aceptar que las crisis forman parte de las etapas evolutivas de nuestros menores y enfocarlo como un aprendizaje.
- En casos en los que existan rabietas y llantinas debemos ser cautos en nuestra forma de proceder y comprender que con estas conductas, nuestros/as niños y niñas buscan una manera de probar su poder. Dicho de otra forma: “si lloro… ¿puedo conseguir que la situación
cambie?” Se trata de comprobar si pueden controlarnos. Para ello, es importante no ceder ante sus exigencias demostrando en todo momento una actitud firme y relajada y mostrando atención al niño y no a la rabieta. Por este motivo, se pueden aplicar conductas incompatibles con dicha llantina con el objetivo de producir relajación y distracción. - Estimular la comunicación basada en el diálogo y en momentos adecuados alejados de interferencias. Por ello, es muy importante reforzar las conductas positivas como por ejemplo cuando es capaz por si mismo de gestionar la rabieta.
- En situaciones en las cuales nuestro/a niño/a muestre sentimientos de miedo, se deben aplicar medidas para fomentar su autoestima y autoconfianza a través del contacto físico ( abrazos) y el lenguaje verbal ( “yo se que tu puedes”)
- Se recomienda afianzar el vínculo materno y paterno filial a través del juego.
Debemos tener en cuenta que cada menor tendrá que pasar por una serie de cambios con sus diferentes consecuencias y con su estilo personal de afrontamiento. Por este motivo, los referentes como padres y educadores debemos acompañarles en el camino evolutivo que todos alguna vez hemos recorrido.