¿Los protocolos educativos contra el acoso escolar son eficaces?. Esta pregunta se repite recurrentemente y cada cierto tiempo, especialmente cuando los medios informativos y de comunicación publican o se hacen eco de una nueva noticia sobre acoso escolar en las aulas.
Esta cuestión genera un intenso debate entre los agentes de la comunidad educativa, en el que tampoco son ajenos a él periodistas, investigadores u otros profesionales, organismos e instituciones públicas.
El dilema o dificultad planteada en modo de pregunta resuena insistentemente , ¿Los protocolos educativos contra el acoso escolar son eficaces?, y amenaza con perturbar la tranquilidad de la esfera política, que se ve incapaz de alcanzar una respuesta consensuada para convertir estos instrumentos en verdaderas herramientas de protección y actuación frente al acoso escolar.
Por tanto, indudablemente los protocolos generan muchas dudas en su aplicación, inquietudes, suspicacias y, no cabe duda, no gozan de la plena confianza que debiera presumirse y desear en una medida de intervención de la naturaleza tan problemática como es el acoso escolar.
Uno de los principales reproches que reciben estos protocolos de actuación interna en los centros educativos es su carácter y contenido eminentemente técnico y efectivamente, así es; los protocolos de actuación en supuestos de acoso escolar no dejan de ser informes técnicos, puramente administrativos y burocráticos, cuya estructura es ciertamente genérica, produciéndose una excesiva dilación en el tiempo de todo el proceso, pudiendo alcanzar, en ocasiones, hasta los seis meses.
Así pues, se hace necesario y urgente especificar, graduar y contemplar los plazos de ejecución de cada una de las fases de actuación interna, indicando los sujetos responsables, a efectos de identificar y agilizar los períodos de intervención; pero también la implementación de un conjunto heterogéneo de medidas, que pudieran complementar y hacer más efectivos estos protocolos, como son, por ejemplo:
Las actuaciones respectivas y concretas con cada uno de los sujetos intervenientes, afectados o implicados directa o indirectamente en el acoso escolar: personas acosadas, alumnos agresores, compañeros y compañeras observadores pasivos, familias y, por supuesto, profesorado, personal de administración y servicios y dirección de los centros educativos, que se responsabilizará de que se lleven a cabo las medidas y actuaciones que correspondan.