Observamos en los medios de comunicación el aumento considerable del acoso y ciberacoso escolar en niños y niñas en edades cada vez más tempranas. También vemos la desesperación de los menores que no saben cómo actuar ante el sufrimiento que viven; junto a la angustia de sus familias que, aunque sepan y conozcan la situación de acoso de su hijo o hija, desconocen cómo actuar y piden ayuda, tanto psicológica como judicial. Y, por supuesto, reclaman explicaciones al centro educativo. Se forma, así, una marea con distintos agentes socializadores ante una lacra que todavía no tiene solución.
Por tanto, las medidas que deben aplicarse giran en torno a dos conceptos clave: la prevención y la intervención, dirigida a los principales focos del fenómeno (agresor, víctima y observadores).
En este sentido, desarrollamos y ejecutamos los siguientes puntos, que abarcan una actuación conjunta:
- Programas de reeducación y modificación de los hábitos de relación para los agresores.
- Desarrollo de habilidades sociales e inteligencia emocional para las víctimas.
- Trabajo de la empatía, asertividad y comunicación en las aulas.
