Bullying y sus agresores: explicación desde el comportamiento animal

El bullying y sus agresores ocupan  titulares en prensa y espacios informativos. El acoso escolar es un fenómeno que se está repitiendo con demasiada frecuencia en las aulas españolas, afectando a miles de niños, jóvenes y adolescentes.

Ahora bien, ¿por qué ocurre esto? Hay numerosas teorías al respecto, pero quizás la explicación obedece más a lo más profundo de nuestro comportamiento animal.

Así es, el bullying y sus agresores se pueden explicar desde el comportamiento animal.

Del mismo modo que los animales y naturaleza se rigen por códigos e instintos aprendidos, trasmitidos genéticamente de generación en generación, el ser humano es más primitivo de lo que creemos y responde del mismo modo.

El agresor o agresores en el ámbito del centro educativo actúan como líderes de una manada, protegiendo su espacio y recelosos de cualquier elemento ajeno que pueda poner en peligro su dominio sobre el grupo.

Bullying y sus agresoresEvidentemente, el comportamiento de los agresores es mucho más sutil que en el mundo animal, pero las reglas son muy similares.

Cualquier agresor, independientemente del centro en el que se encuentre, tiene dotes o habilidades de liderazgo, pero las utiliza para hacer daño e imponer su autoridad; bien utilizando la fuerza física o intimidación directa y/o la manipulación psicológica.

Al igual que los animales, los agresores protegen con fiereza sus dominios, son, por tanto, territorialistas. En este caso, cualquier alumno puede ser objeto de sus ataques y suelen fijarse en alguna característica física o psicológica que denote debilidad en su víctima. Esta es la forma que tienen los agresores de demostrar su control y enviar un mensaje muy claro: cualquier alumno o alumna puede ser atacado y no demostrarán piedad alguna.

Por el contrario, el conjunto de espectadores o testigos pasivos del acoso escolar, llamados así porque observan pero no participan, también siguen unos patrones de la naturaleza animal; es decir, admiten y consienten la autoridad dominante del agresor o agresores, asumiendo el papel de liderazgo o control del grupo o “manada”.

Y en el caso, de oponerse o  no estar de acuerdo tendrían que enfrentarse directamente con él y retarle, poniendo en cuestión su dominio. De la misma forma, que ocurre en el reino animal.

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