Violencia a través de las Nuevas Tecnología: Difusión de vídeos y su impacto.

Hace unos días hemos conocido el dramático caso de Verónica, una trabajadora de 32 años que se suicidó al viralizarse un vídeo con contenido sexual hace 5 años. A nivel penal, no solo ha cometido el delito la persona que publica por primera vez el vídeo, sino que las personas que lo difundieron en el ámbito laboral a terceras personas tras recibirlas en sus teléfonos móviles, tabletas y ordenadores también tendrán consecuencias legales.

Sin embargo, el impacto emocional que han tenido estas acciones han sido devastadoras, ya no solamente por que la víctima haya tenido la necesidad de quitarse la vida, sino que también la vida familiar de Verónica se ha visto totalmente truncada. Por supuesto, este tipo de acciones también tienen repercusiones sociales y culturales.

La justificación de estas conductas refuerzan la violencia que se ejerce a través de las nuevas tecnologías. Existen creencias como por ejemplo ” pues que no se hubiera grabado de esa manera, después pasa lo que pasa” o “algunos hombres no pueden evitar difundir este tipo de vídeos” ofrecen un argumento que valida y que minimiza el maltrato psicológico.

Hay que tener en cuenta que el maltrato emocional es menos visible que el físico pero que genera un fuerte impacto emocional en la víctima, en muchas ocasiones incluso más grave que la propia violencia física.

En este sentido, el agresor pone énfasis en este último tipo de violencia mediante un control y hostigamiento de la víctima a través de la Red, utilizando todos los medios que la tecnología le permite: whatsapp, programas espía para ejercer control y todo un sinfín de maniobras de manipulación.

Una vez más, nos encontramos ante una problemática que por desgracia va en aumento, tanto en adultos como en adolescentes fomentando la pérdida de intimidad, la humillación, el despretigio y la degradación emocional y física de la víctima.  Culpamos a las nuevas tecnologías, a las personas que difunden el vídeo y hasta a la propia víctima.

Tal vez debamos fomentar la capacidad de auto critica y de empatía para detectar cuales son aquellas creencias y razonamientos que después generan valores que están siendo transmitidos a las nuevas generaciones alimentando la violencia psicológica.

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